jueves, 30 de agosto de 2007

Más de lo mismo, por los mismos de siempre



Siglo XIX. El tercer estado, la burguesía, se alza en contra de lo establecido, de la monarquía, para reivindicarse como clase, para hacerse del poder y crear el concepto actual de estado, con ello, nace también lo que hoy conocemos como democracia.

Resulta que, cuando reviso mis recuerdos, me es imposible olvidar a la monarquía, a las clases dominantes de antaño, autoritarias, totalitarias y absolutas, que en nombre de dios y de el derecho divino, se transformaron en los dueños del mundo, en los reyes. ¿Dónde vivían los monarcas, la aristocracia y la alta nobleza? En palacio.

Siglo XXI. Aproximadamente doscientos años después de lo anteriormente relatado. Tomo el periódico “El Mercurio”, ese que nunca miente, veo las noticias de diversos canales, esos que siempre dicen la verdad. ¿Qué es lo que leo? ¿Qué es lo que escucho? ¿Qué es lo que veo? “Felipe Harboe hizo gala del apodo con el que otro habitante de la moneda se refiere a él: “El Clint Eastwood de palacio”, “En palacio aseguran que con esta movilización Arturo Martínez buscó repotenciar su imagen como líder sindical”, entre otras miles de veces que se refieren a ese lugar. Pues entonces, ¿ha cambiado tanto la situación? La diferencia radica en un hecho que no deja de ser menor, la elección del gobernante, el que antes llegaba al poder “gracias a dios”. Esa es la democracia de hoy, esa es tú libertad, elegir a los que dirán qué y por qué tienes que hacer las cosas, esos que con su voluntad generan las normas que “Mandan, prohíben y permiten” lo que debes hacer. Eso no es democracia, eso es “Todo para el pueblo pero sin el pueblo”. Democracia para ricos, y aunque no deja de ser diferente de la monarquía, el hecho es el mismo: las clases altas tienen el poder y lo manejan a su antojo, la opresión es su forma favorita para resguardar su poder político y económico.

29 de Agosto de 2007, fue un día más de represión en manos de la policía, fuerza fascista creada con el fin de defender a la burguesía y su propiedad, con el fin de resguardar el orden público para mantener a las masas tranquilas y sumisas. Las fuerzas de orden del estado, junto con las prisiones, son organizaciones creadas para la protección de la propiedad, son una consecuencia del capital y las clases que lo poseen, y junto con ello deben desaparecer.

Pues entonces, tú, lector de esta reflexión, puedes seguir creyéndole a los monarcas de palacio, puedes seguir dándoles tu voto y, con ello, legitimizar un sistema creado para resguardar al capital y lo que ello conlleva, puedes seguir aceptando que te golpeen y maltraten cuando reclamas algo legítimo, puedes aprobar el “Uso legítimo de la fuerza”, concepto de derecho creado también por los mismos rufianes que gozan del poder, puedes hacer lo que quieras con la seudo-libertad que el estado burgués te entrega. Pero debes estar conciente de que esa es la realidad. Tarde o temprano esto tiene que estallar, el pueblo se alzará en armas para acabar con la opresión, y dar paso a un nuevo ciclo de la historia, y tú, lector, eres indispensable en este proceso, aunque lo más probable es que no vivamos para presenciarlo, debes ser partícipe de las movilizaciones actuales. Quedarse sentado en casa viendo como otros exigen justicia en la calle, en la lucha, es una aberración. “Ser joven y no ser revolucionario, es una contradicción hasta biológica”, como dijo un personaje de la historia.